托尼·诺维拉(Toni Novella):“加那利群岛提供的税收优惠对于吸引此类拍摄具有决定性作用”
El director de producción de Palmeras en la Nieve, nominado en la próxima edición de los Goya (el año pasado lo obtuvo por ‘El Niño’), aborda en esta entrevista cómo fue su trabajo en la película de mayor presupuesto de los últimos años.
罗德里戈·埃斯皮内尔的采访
ProduccionAudiovideo.com
Desde su estreno, Palmeras en la nieve está haciendo unas cifras increíbles en taquilla, superando incluso Star Wars. ¿Cuál cree que es ha sido la clave del éxito?
Es una película espectacular dirigida a un amplio espectro de público; mucha gente acude atraída por la novela de Luz Gabás, otros por los actores o por la historia de amor, por la memoria de los españoles en Guinea o simplemente por el interés que despierta ver el tráiler o imágenes de la película. El boca-oreja ha funcionado muy bien y la mayoría de las personas que la han visto la recomienda.
Con diez millones de euros, Palmeras en la Nieve es la película española de mayor presupuesto en los últimos años rodada en castellano. ¿Ha sido uno de los retos más grandes de su carrera? ¿Qué es lo que más le preocupaba antes de iniciar el rodaje?
Sí, sí ha sido un gran reto; he trabajado en películas con un presupuesto superior con la misma responsabilidad, pero esta película se ha rodado en castellano y aprendimos entre todos cómo abordar el rodaje en varias épocas y lugares diferentes; creo que hicimos una muy buena preparación: localizamos en Guinea, en Gambia, en Senegal y en Colombia, tras valorar la posibilidad de rodar en Sudáfrica o en la República Dominicana.
Los productores se implicaron completamente desde el principio, haciendo un gran esfuerzo por poner a disposición de la película todos los medios a su alcance. Hemos tenido un equipo estupendo y hemos podido recrear las épocas y rodar en los lugares adecuados a la historia y los paisajes que buscábamos, con muchos actores, mucha figuración y un gran despliegue de medios técnicos. El montaje, los efectos y la música han completado un trabajo del que estamos muy orgullosos.
Las cifras asustan. Un equipo técnico formado por 250 personas, 70 actores, más de 2.000 figurantes…
Ha sido una película extraordinaria, fuera de lo común. Rodamos, recreando varias épocas, durante diez semanas en Gran Canaria, en la Finca de Osorio de Teror, principalmente, pero también en Las Palmas, en Telde o en Arucas; dos semanas muy intensas en Colombia, en tres lugares distantes y con difícil acceso: en la zona del Caribe, en el Pacífico y en los cacaotales de Valledupar. Acabamos el rodaje bajo la nieve de Huesca.
De nuevo Canarias como plató. Más allá de por sus localizaciones, ¿la clave son los incentivos fiscales que ofrecen las islas para atraer rodajes?
Los incentivos fiscales son determinantes, son el principal atractivo, pero si las islas no tuviesen esos paisajes tan diversos y espectaculares no recibirían tantos rodajes: desiertos de arena fina o paisajes de otros planetas, edificios modernos, volcanes o playas… gente entusiasta y buen tiempo casi todo el año hacen de las islas un lugar privilegiado.
Por otro lado, ¿cómo fueron las dos semanas de filmación en Colombia?
Estuvimos rodando en los cacaotales en La Jagua de Ibirico, en Valledupar; en las ciudades de la zona del Caribe, Santa Marta y Ciénaga; y lo más complicado fue el rodaje en Bahía Solano, en el Pacífico, porque la mayor parte de los trayectos para acceder a las playas y la selva espectacular eran en lancha y llevábamos mucho equipo, técnico y humano.
Los paisajes de Colombia dan a la película espectacularidad. Curiosamente las playas maravillosas y la inmensidad de la selva guardan gran parecido con las que encontramos en Guinea, y hacen la película mucho más grande, más real.
Los decorados, de más de 9.500 metros cuadrados ambientados en la Guinea colonial española de los años 50 y 60, son espectaculares. ¿cómo fue su montaje?
El cine es un trabajo de equipo, pero estos decorados son la obra de Antón Laguna, el director de arte. Con la ayuda de su equipo de documentación, de dibujo, de construcción, de ambientación de la mano de Fer, el director, y junto a Xavi Giménez, director de fotografía, ha hecho tan real la plantación y los edificios que ha conseguido emocionar a las personas que vivieron en la auténtica Sampaka de aquellos años. La finca puso el listón de la película muy alto por su belleza, su realismo y su magnitud. Para los actores era más fácil trabajar en estos escenarios; la iluminación, la figuración, los efectos especiales de lluvia o los movimientos de cámara sitúan la película en un nivel muy alto.
Tras estar nominado en tres ocasiones a los Premios Goya, el año pasado ganaste el Goya al Mejor Director de Producción por la película El Niño de Daniel Monzón. ¿Qué significó recibir este premio?
Es una satisfacción personal y profesional, un reconocimiento a tu trabajo y al de todo el equipo de producción de la película; una palmada en la espalda.
Este año de nuevo está nominado por Palmeras en la Nieve. Valorar la labor de un director de producción a través del visionado de una película parece difícil. ¿Qué cree que es lo que más valoran los académicos a la hora de designar este premio?
Sí es difícil valorar nuestro trabajo, sí; hace falta estar dentro del cine para poder hacerlo y, aún así, necesitaríamos tener el presupuesto, el plan de trabajo y muchos datos de preparación y el rodaje de la película en cuestión para poder juzgar con buen criterio.
Creo que los profesionales se fijan en el resultado, en sus cualidades artísticas, en la dificultad del rodaje: la época, la ambientación, la cantidad, variedad o lejanía de las localizaciones, los elementos en juego: efectos, actores, figuración… y la idea que tiene cada uno de la gestión de los recursos: creo que se premia el “hacer más con menos”.
Fuga de cerebros, Tres metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti, Palmeras en la nieve… nos gusten más o menos, todas las películas que dirige Fernando González Molina se convierten en éxito comercial. ¿Cómo es trabajar con él?
Me considero muy afortunado por haberle conocido en Palmeras en la nieve. Los directores deben ser inteligentes, apasionados, ambiciosos, insistentes, razonables y consecuentes, entre otras muchas cosas. Fer cumple estos requisitos y es capaz de trasladar al equipo una ilusión por lo que estamos haciendo que se contagia, es el motor del rodaje; no para nunca, nunca se rinde, siempre quiere más y quiere hacerlo mejor. Por eso creo que se merece sus éxitos anteriores, el de “Palmeras en la nieve” y los que están por venir.
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