Un nuevo paradigma para el servicio público de televisión en la era digital
Uno de los expertos europeos más reputados en comunicación social en Europa, Francisco Rui Cádima reflexiona en esta Tribuna en exclusiva para Panorama Audiovisual sobre el papel de las televisiones públicas y su posición en un mercado altamente competitivo en medio de una situación económica difícil y en un continuo cambio tecnológico.
¿Qué nuevo modelo y nuevas estrategias se pueden configurar frente a las debilidades endémicas del sector de medios, pero también de cara a las potencialidades y dinámicas de convergencia de esta área, que engloba hoy a los medios, las comunicaciones y las redes ?
¿Cómo articular, en el ámbito de la hipotética, pero también en cierto modo real, reconfiguración del papel público tradicional en el sector de media, alrededor de un nuevo orden comunicacional abierto, fundamentalmente, las posibilidades de los nuevos medios y de Internet ?
¿Cómo definir el nuevo paradigma y el papel del servicio público de televisión en el nuevo contexto de la era digital ?
La primera cuestión es ver este problema con cierto distanciamiento a dos niveles : lo relativo a la crisis del sistema de medios en sí mismo, y lo que atañe al carácter, algo estanco, del viejo terreno de los medios frente a una componente creativa, interactiva, específica de esta era de los “digital natives”.
En lo que concierne a la redefinición de la inversión pública en los contenidos de convergencia y también en esa otra perspectiva de la reconfiguración del modelo de public service media, una primera cuestión reside justamente en el potencial de un modelo estratégico de convergencia entre las dimensiones de la comunicación y de la cultura y los digital media en una lógica integrada con las industrias culturales y creativas, teniendo como objetivo final la promoción de la lengua y de la cultura, de las artes y del patrimonio europeo, en un cuadro de distribución híbrida audiovisual/net. Convergencia que debe garantizar, por un lado, la presencia o la permanencia “en abierto” (y siempre “on air”) de la herencia cultural europea y de sus contenidos culturales públicos y, por otro lado, la presencia de la “Idea de Europa” (George Steiner) a través de un nuevo modelo de información multiplataforma.
Ésta es ya otra lógica, que en términos de definición de políticas públicas y claramente “post-mediática”, procurando abarcar no sólo lo comunicacional, sino también lo histórico y lo creativo ya en ambiente web, convergiendo conocimiento, ocio, experiencia, interacción y participación.
Como si esas nuevas plataformas de convergencias, en base a una cultura de new media y de los nuevos ambientes web, nos convocasen como “productores” para esa inmersión para experimentar/compartir el conocimiento, las comunidades, los placeres y el ocio, las redes, el capital social, la memoria y la historia…
Para pensar este modelo político-cultural y de gestión de plataformas y redes de dominio público, basadas en estructuras globales más “livianas” y lo más flexibles posible, aunque apoyado en redes de nueva generación, resulta fundamental que se replanteen de forma un tanto radical las opciones a considerar en el campo de las políticas públicas intersectoriales: la convergencia estratégica (de redes y contenidos), el modelo de gestión y presupuestario, la formación y los recursos humanos.
La redefinición de estas áreas se re-encuentra así en un nuevo “cluster”, el de la economía cultural y creativa, siendo que éste podría ser un designio europeo a medio plazo.
La pertinencia del debate sobre el nuevo paradigma se inscribe desde luego en aquello que pienso sería una crisis coyuntural de media duración y del sector de la comunicación social, y que se verifica ya también en el ámbito de los nuevos medios. Esa crisis comienza en los años 90 y continúa reforzándose a finales de los 90 con la crisis de las dot.com, con el estallido de la burbuja tecnológica y, simultáneamente, con la inflexión drástica del mercado publicitario en el inicio de la década, en 2000/01. La combinación de estos dos factores afectó enormemente a los mercados de media tradicionales en prensa, radio y televisión.
De ahí resultarían nuevas ingenierías de compromiso (en los sistemas de media/económico/político) que nos han hecho llegar al punto donde estamos.
El actual contexto es, por tanto, consensualmente reconocido como un tiempo de crisis compleja en el sector de media tradicional desde el culmen de las crisis de los años 2000-2010.
Diversos analistas consideran que hubo una falta de escrutinio por parte de los medios a la hora de fijar y concretizar esas crisis: dotcom, legitimización de la invasión de Irak, subprime, endeudamiento obsceno de los Estados y de las familias, productos tóxicos, crisis financiera, regulación de los mercados, etc., etc… Para algunos autores como Max Otte, por ejemplo, se da como una especie de virus en el sistema de media que hace propagar no tanto la sociedad del conocimiento, sino una sociedad de la desinformación. Es así evidente que los medios, de un modo general, contribuirán a este sistema de desinformación, el cual, por la experiencia vivida tras los años 2007/08, condujo a un cíclico y casi eminente colapso social y económico del denominado mundo desarrollado. Fenómenos como Wikileaks, por ejemplo, debe comenzar por ser planteados, en la actual coyuntura, en el contexto de la galopante crisis del periodismo y del sistema de media, tanto en el plano económico como en el plano de los contenidos.
La verdad es que como decía Jay Rosen, un académico norteamericano de gran prestigio, “the watchdog press died”, la prensa vigilante, minuciosa, aparenta una especie de coma inducido. Surgen, por otro lado, dinámicas nuevas, en el contexto del digital, que el sistema de media tradicional no está acompañando: me refiero al crowdsourcing y al modelo de peer production (producción colaborativa) que se sobreponen a la arquitectura de red y de la computación en red, utilizan la inteligencia y el conocimiento colectivo y el saber hacer disenimado en la red lo que, de forma colaborativa, contribuye a crear y diseminar información, producir contenido (Wikipedia) o desarrollar software (Linux).
Esto significa que hoy, desde el punto de vista de las prácticas periodísticas, evolucionamos hacia un periodismo asimétrico. Quiere decir que el periodismo y los media necesitan reconvertir prácticas y dinámicas, integrando de forma interactiva a las nuevas comunidades en red y dejando de lado su tradicional resistencia al cambio. El nuevo ecosistema digital, de tipo matricial, apela a un nuevo tipo de periodismo fuertemente colaborativo, asimétrico, entre fuentes tradicionales, fuentes colaborativas, data mining (bases de datos, patrones consistentes, alertas), periodistas propiamente dichos, social media, producers…
Por lo tanto, la divulgación del secreto no quiere decir absoluta transferencia sobre el mundo de las cosas. Significa que la divulgación de un secreto puede esconder otro y la transparencia convertirse en opacidad. Ésa es una especie de “ideología de la transparencia” que, definitivamente, no lleva a ningún lado.
En la era de Internet
Por otro lado, Internet está dejándonos algunos sinsabores: se pensaba que la Red era un espacio de gran apertura y compartición, pero eso sólo es verdad en parte. Mathew Hindmand, en el libro El Mito de la Democracia Digital, esclareció cabalmente que en términos de grandes sistemas y conglomerados de media/new media, la Red tiene un grado de concentración más elevado de lo que acontece en mercados tradicionales (por ejemplo, en Estados Unidos).
De la misma forma, la política en la Red (salvo el caso de Obama y poco más) es más de lo mismo, por así decir… Un cierto ciberoptimismo sobre la posibilidad de que Internet democratice la política es una idea que ya no se sostiene puesto que hay más desigualdades en la política online que en la esfera política tradicional, al mismo tiempo que también la Red mainstream acaba por acaparar la casi totalidad del tráfico de cibernautas, por lo que lo esencial que caracterizaba lo analógico está migrando al digital –online politics is simply “politics as usual”-…
Hay que detenerse en las espirales de silencio que están retirando de la democracia la dimensión de “valor universal” tal cual se concebía en el pasado, así como en las lógicas de terror –bio o ciber- que hacen más vulnerable el sistema democrático… Pero se habla también de un nuevo humanismo marcado por la multiculturalidad y por el imperativo de responsabilidad, por la necesidad de crear contenido en los medios, bajo el concepto de “nethics”.
Reseñar, por último, que las nuevas políticas públicas en materia de media/new media no pueden eludir esta complejidad, ni estas realidades emergentes, so pena de que contribuyan a la postergación del cambio para mantener el actual estado de cosas.
Se justifica, por tanto, una estrategia de convergencia entre lo cultural y lo comunicacional, una opción dirigida prioritariamente a una aproximación a las CCI (Cultural and Creative Industries), traspasando las viejas políticas de los sectores de media. Salvaguardar, por tanto, la posibilidad de cambio a las políticas públicas de convergencia, desde luego en la reconfiguración del sistema público de medios en un contexto de migración al digital.
Las nuevas políticas públicas intersectoriales no pueden olvidarse que media y new media están cada vez más ligados en las industrias creativas y culturales y el crowdsourcing.
Podemos hablar de emergencia de fuertes ciclos de innovación en las narrativas emergentes y en los nuevos media, en un nuevo espacio público urbano, en las comunidades virtuales y redes sociales, en las ciudades creativas, en fin, en todo un nuevo modelo de convergencias que se consagran en una nueva economía creativa y cultural.
Las políticas públicas sectoriales e intersectoriales no pueden más que posicionar estas dinámicas en el plano de los contenidos culturales y creativos y de la propiedad intelectual.
Estas nuevas industrias tienen su origen en la creatividad individual, en la inteligencia colectiva y en los talentos, con un fuerte potencial de creación de riqueza y de empleo. Es, por tanto, un área que congrega la herencia cultural y el patrimonio de las comunidades y naciones con el talento y la creatividad de los “producers”, que aproxima la cultura colaborativa y la industria de los contenidos, que integra las propias vanguardias artísticas, sin olvidar el gran acervo generado por los medios tradicionales, en el plano de la información, de la cultura y del entretenimiento, y, naturalmente, todo el potencial y la diversidad exponencial de la galaxia de los new media. Ese nuevo mundo está ahí cocinándose a fuego lento y no puede eludirse por más tiempo.
Es esto lo que se exige hoy al public service media y al reposicionamiento de las políticas europeas de media, audiovisual y new media, que deben orientarse a esa convergencia.
Francisco Rui Cádima
Departamento de Ciências da Comunicação (FCSH) Universidade Nova de Lisboa
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