La Academia de Televisión impulsa un Manifiesto por la Ética y la Responsabilidad profesional
La redacción de este Manifiesto era uno de los compromisos de la actual Junta Directiva presidida por Manuel Campo Vidal y quiere dar respuesta a una demanda de los profesionales y la ciudadanía basándose en cuatro pilares fundamentales para una televisión responsable, informativa, cívica e innovadora.
La Junta Directiva de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión aprobó en su reunión de esta semana un Manifiesto que defiende una televisión de calidad en la que se respeten los valores cívicos y democráticos que han afianzado nuestra convivencia en las últimas décadas.
El texto se sustenta en cuatro pilares fundamentales que abogan por una televisión responsable, informativa, cívica e innovadora.
La redacción de este Manifiesto era uno de los compromisos de la actual Junta Directiva presidida por Manuel Campo Vidal y quiere dar respuesta a una demanda de los profesionales y la ciudadanía que reclaman el retorno de los valores éticos en los medios, como quedó patente el pasado mes de marzo en el foro profesional “Ética en televisión”, organizado por la Academia.
Para su elaboración la Institución ha contado con el asesoramiento de expertos en investigación sobre ética y deontología profesional de la Universidad Pompeu Fabra.
Manifiesto de la Academia de Televisión por la Ética y la Resposabilidad
La Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, como institución que agrupa y representa a profesionales de todas las televisiones españolas y a la mayoría de las empresas audiovisuales de nuestro país, quiere contribuir decididamente a la mejora del medio televisivo y desea promover un amplio debate entre todos los sectores relacionados con él. Es nuestra intención lograr puntos de encuentro para defender una televisión de calidad en la que tengan acomodo todos los valores cívicos y democráticos que han afianzado nuestra convivencia en las últimas décadas.
La ciudadanía merece unos medios de comunicación acordes con la madurez que ha alcanzado la democracia española. De entre todos los medios de comunicación, la televisión continua siendo el que tiene una mayor capacidad de impacto y por ello es especialmente importante que, tanto en la forma como en el contenido, esté a la altura de lo que el público precisa y que reclama desde foros cualificados.
Abogamos por una televisión innovadora, cívica, informativa, entretenida y, por encima de todo, digna y responsable.
Por una televisión responsable
Una televisión de calidad es una televisión ética, y una televisión ética es una televisión de calidad. Desde este convencimiento, creemos que deben ser preservados los principios que ya forman parte del bagaje universal de una ética de la comunicación:
Las personas tienen derecho a preservar su privacidad. El derecho a la libertad de expresión, que es un valor supremo de las democracias, ha de conjugarse con otros derechos individuales, y uno de ellos es el derecho a la intimidad. Denostamos aquellas prácticas que supongan pasar por encima de este derecho, tales como la exhibición impúdica de la imagen y de los sentimientos de las personas. El respeto y la defensa de la imagen propia deberían aplicarse a todas las personas sin excepción, especialmente a aquellas que muestran una mayor debilidad emocional, pero también a quienes, teniendo cierta notoriedad mediática, manifiesten claramente su deseo de preservar su vida privada.
Rechazamos la mercantilización del dolor ajeno y animamos a todos los operadores y profesionales del sector a una reflexión general sobre la cobertura informativa de las tragedias y de aquellas situaciones que provocan aflicción colectiva y personal. El derecho del público a estar informado puede y debe ser conciliado con la atención a los derechos de las víctimas y de su entorno familiar y social. Una atención desmesurada a los accidentes y a las tragedias por parte de los medios de comunicación sólo contribuye en muchas ocasiones a victimizar doblemente a los afectados.
Exhortamos a tratar de manera escrupulosa todo aquello que pueda afectar a los menores, tanto en su condición de espectadores como de eventuales sujetos de los contenidos televisivos. Los horarios protegidos han de ser respetados sin excepción, de acuerdo con la ley y con los pactos de autorregulación que los propios operadores del mercado se han establecido. Rechazamos de plano que la imagen de los menores sea utilizada de forma inadecuada, en cualquier tipo de formato, sobre todo en contextos en que se saque provecho espurio de su candidez o su vulnerabilidad.
Pedimos que, tanto en los espacios estrictamente informativos como en los grandes magazines o programaciones especiales, sean tratados con rigor los procedimientos judiciales. La presunción de inocencia es uno de los pilares de nuestro sistema de justicia y supone una garantía para todos frente a los abusos de poder. Desde la defensa a ultranza de nuestros valores constitucionales, exhortamos a las cadenas televisivas a evitar en sus pantallas los juicios paralelos.
Consideramos asimismo que en ningún caso deben ser fomentadas las conductas delictivas o antisociales, ni los testimonios falsos o denigrantes, e invitamos a todos los operadores y a los profesionales a fomentar los aspectos más positivos del civismo y a trabajar decididamente por la erradicación de lacras como la violencia por razones de sexo.
Por una televisión informativa
La información es un bien social que no puede menoscabarse. Una sociedad estructurada precisa de ella. Recibir una información completa y veraz es un derecho proclamado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y recogido en nuestra Constitución.
La tendencia creciente a la mezcla de géneros periodísticos ha de ser vista como una gran oportunidad para el nacimiento de nuevos formatos de programas que pueden resultar muy atractivos para la audiencia. Defendemos la fuerza del genio creativo y su capacidad para conducir a las sociedades a la elaboración de nuevos valores y estructuras.
Sin embargo, debería existir una salvaguarda de la información de calidad. Ello no impide que los emisores hagan esfuerzos legítimos para presentar de forma atractiva las noticias a los telespectadores. Pero esta tarea no debería consistir en la espectacularización, demasiado frecuente, de la información.
Por una televisión cívica
Todos los medios de comunicación son importantes para la vida de las sociedades actuales. Por ello, sea cual sea su titularidad y los idearios de las empresas e instituciones que los respaldan, han de contribuir al fortalecimiento de los valores básicos que sustentan nuestra sociedad.
Más allá de las legítimas confrontaciones ideológicas y de los conflictos inherentes a cualquier sociedad dinámica, la televisión debe ser consciente de su poder como instrumento de convivencia, y su trabajo debe ir encaminado a fortalecer lo que nos une y no exacerbar lo que nos separa. Por eso, estamos determinados a defender y promover entre las emisoras que operan en España una conciencia de pluralismo político y pluralidad social, cultural y lingüística, tal y como recoge la Constitución, entendiendo siempre que forman parte de nuestra riqueza patrimonial, así como de nuestros activos mediáticos.
La tolerancia ha de imponerse siempre sobre los comportamientos de exclusión y marginación. Los profesionales de la televisión y todas las instituciones y empresas audiovisuales han de afianzar este sentimiento y erradicar para siempre la formación de estereotipos lesivos para el bienestar de cualquier persona o colectivo. Nuestra conducta televisiva, tanto empresarial como profesional, colectiva y personal, no debería nunca fomentar la discriminación por razones de sexo, edad, nacionalidad, etnia, creencia o bien orientación sexual.
Por una televisión innovadora
Nos declaramos dispuestos a trabajar con todas nuestras fuerzas y conocimientos colectivos para que la televisión sea creativa e innovadora, siempre en un marco de libertad de expresión. La televisión es un medio de comunicación y de manifestación cultural y defendemos su capacidad de trasgresión creativa. Sólo desde la libertad, capaz de superar cualquier barrera, se puede crear cultura.
Entendemos que el sistema televisivo español ha de evolucionar sin descanso. Las nuevas tecnologías están modificando nuestra forma de ver televisión y están multiplicando los soportes por los que pueden seguirse los productos de la industria española e internacional. Por ese motivo, pensamos que el mercado español debería promover nuevos y más eficaces conductos de participación para los telespectadores. Del mismo modo, entendemos que el sector debe generar una nueva cultura empresarial. Los operadores del mercado español, tanto públicos como privados, en este nuevo tiempo de responsabilidad social corporativa, deberían incluir entre sus directrices empresariales mecanismos de respuesta y explicación ante los ciudadanos. Sólo con ellos, como destinatarios principales de nuestro trabajo, el sector audiovisual será capaz de crecer, fortalecerse y rentabilizar sus esfuerzos en aras del interés general.
La Academia se muestra convencida de que una televisión responsable, siempre a la búsqueda de la excelencia de sus propuestas, sabrá responder en cada momento a los retos que la ciudadanía exprese y podrá aportar los contenidos necesarios de información y entretenimiento que hagan compatible esta necesidad social con la buena marcha de las empresas audiovisuales que operan en España.
Por eso invita a las empresas del sector, a los profesionales y a los poderes públicos a defender los principios que contiene este manifiesto.
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