La Fundación SGAE anticipa los Premios Goya con un ciclo de cine
Del 14 de enero al 11 de febrero, la Sala Berlanga en Madrid acogerá la proyección de una veintena de los títulos finalistas a los Premios de la Academia.
Con motivo de la 32 edición de los galardones que concede la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, la Fundación SGAE ha organizado el ciclo Premios Goya 2018 en la Sala Berlanga (Andrés Mellado, 53 Madrid) del 14 de enero al 11 de febrero. Las entradas estarán a la venta en taquilla y en Entradas.com a un precio de 3 euros.
La muestra coincide con la celebración de la ceremonia de entrega de los Premios Goya prevista para el día 3 de febrero en Madrid y ofrece una selección de las obras finalistas de esta temporada. En concreto: Verano 1993 de Carla Simón; Verónica de Carlos Plaza; O Segredo da Medula Óssea de Sergio G. Sánchez; Abracadabra de Pablo Berger; Handia de Joan Garaño y Aitor Arregi Galdos; Pieles de Eduardo Casanova; El bar de Álex de la Iglesia; glória incerta de Agustí Villaronga y La librería de Isabel Coixet.
El ciclo, que acoge un total de 20 títulos finalistas, también incluye: No sé decir adiós de Lino Escalera; Morir de Fernando Franco; Selfie de Víctor García León; Amar de Esteban Crespo; La llamada de Javier Ambrossi y Javier Calvo; Dancing Beethoven de Arantxa Aguirre; Saura(s) de Félix Viscarret; Oro de Agustín Díaz Yánez; Cantábrico, los dominios del oso pardo de Joaquín Gutiérrez Acha; El autor de Manuel Martín Cuenca y Muchos hijos, un mono y un castillo de Gustavo Salmerón.
Los candidatos a los Goya
La gala de los Premios Goya es uno de los acontecimientos con más repercusión del año, donde los profesionales de la industria encuentran su visibilidad junto con la reivindicación de la calidad de su trabajo. De entre las candidaturas ya publicadas, la Fundación SGAE ha extraído una selección de títulos que descuellan en diferentes géneros y que demuestran el variado acervo que ofrece el cine español.
Hay casos de directores consolidados que profundizan en su especialidad, como Paco Plaza, que con Verónica retorna al género de terror, o Sergio G. Sánchez, guionista reiniciado en el fantastique con O Segredo da Medula Óssea; así como cineastas que se aproximan a las mismas coordenadas: Pablo Berger con su Abracadabra, ejemplo de insolité, o Joan Garaño y Aitor Arregi Galdos y su emotivo gigante de Handia. Junto a ellos, la inclasificable Pieles de Eduardo Casanova, entre el experimento narrativo y el despliegue visual de arte feísta. Hay también quienes perfeccionan su veteranía: desde la comedia negra de Álex de la Iglesia con El bar, el original drama guerracivilista, glória incerta de Agustí Villaronga, o la vertiente erudita y sensible de Isabel Coixet con La librería. La reflexión sobre la transitoriedad, las emociones y el drama íntimo y familiar han dado frutos maduros en esta temporada, como No sé decir adiós de Lino Escalera, Morir de Fernando Franco o la sorprendente opera prima de Carla Simón, Verano 1993. Y con Selfie, Víctor García León prosigue con su vitriólico análisis de nuestra sociedad, irónico y mordaz.
A ellos se unen nuevos valores como Esteban Crespo, el pasado año candidato al Oscar, y presente en este con su opera prima, Amar. Y la comedia también ofrece sus piezas divergentes, como La llamada de Javier Ambrossi y Javier Calvo, parodia mística sobre base musical. La música ha contaminado otros géneros: es el caso de Dancing Beethoven de Arantxa Aguirre, fusión de no ficción, danza y repertorio clásico y ejemplo de un año que, en el terreno del documental, ofrece desde meditados biopics, como el Saura(s) de Félix Viscarret, hasta apelaciones a la exaltación del medio natural – Cantábrico, los dominios del oso pardo de Joaquín Gutiérrez Acha- o la original y desarmante Muchos hijos, un mono y un castillo, un tour-de-force que Gustavo Salmerón realiza sobre su propia familia, con resultados tan brillantes como el del resto de las obras que componen este ciclo.
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