La televisión que viene: una ventana muy entretenida
Nereida López-Vidales
Periodista, socióloga, profesora de NTICs y asesora de proyectos audiovisuales
El comienzo de siglo planteó una fuerte apuesta por las nuevas tecnologías de la comunicación y la información que ha significado una notable ventaja para la televisión al convertirse en la gran protagonista del panorama audiovisual español y en parte también europeo. Junto a ella, la telefonía móvil, los nuevos soportes digitales de almacenamiento y reproducción, la portabilidad de la tecnología y una convergencia de servicios para aumentar la competitividad entre las empresas representan los cambios más significativos de un escenario donde usuarios, clientes, operadores y profesionales modifican sus modos de comportamiento y sus modelos de negocio.
Hablar del siglo XXI es además hablar del acomodamiento de Internet en los ámbitos laboral y doméstico, de las consolas de videojuegos, de la producción digital para vídeo, de los blogs, de los diarios sin papel, de la videoconferencia y de los libros con páginas virtuales. Es, sin duda, el siglo de la comunicación sin cables, sin fronteras, donde el espacio y el tiempo son conceptos cada vez más relativos y donde el entretenimiento inunda aspectos importantes de las relaciones laborales, personales y sociales.
La reflexión sobre los nuevos contenidos, las transformaciones en la producción, los gustos del público más joven, los formatos “express” basados en el juego, los periodistas virtuales o la interactividad son los grandes temas que preocupan hoy en la comunicación mediática, fundamentalmente, porque de su correcta interpretación o desarrollo, según el caso, dependerá en gran medida la calidad informativa, periodística, moral y social de la comunicación multimedia del futuro. “Corren tiempos apasionantes para la información y también para la desinformación… El uso generalizado de Internet ha permitido un nuevo y potente canal de información que, no en pocas ocasiones, incumple el deber de ofrecer informaciones veraces y contrastadas.” (Javier Rojo, 28/10/2007).
Todos con la TDT…
2005 representa el año del impulso definitivo para la introducción de la TDT en España. Sólo de febrero a julio se remite al Congreso el Proyecto de Ley de medidas urgentes para el impulso de la Televisión digital terrestre, tras lo cual se crea la comisión para la transición a la TDT y el Foro de la Televisión Digital, se publica en el BOE la Ley 10/2005, de 14 de junio, el Consejo de Ministros aprueba el Plan de Reforma del Sector Audiovisual, se crea el Consejo Asesor de Telecomunicaciones y finalmente se aprueba el Plan Técnico Nacional de la TDT por el que se vuelve a retrasar la fecha del apagón analógico hasta la establecida en la actualidad, el 3 de abril de 2010. La adjudicación de canales desde 2005 hasta 2010 en los multiplex de cobertura nacional sin desconexiones, que deja libre la desaparecida Quiero TV (canales 66, 67, 68 y 69) va a parar a Antena 3, con 3 canales, que comparte banda con la nueva televisión La Sexta en el 69; otros 3 para Telecinco, en el 68, y NET TV; 3 para Sogecable en el 67, y en éste otro canal más para La Sexta; por último, en el 66 obtienen espacio RTVE, con un canal, VEO TV con dos, y NET TV con otro. Además, como consecuencia de su condición de servicio público, y tal y como ya marcaba el PTNTDT del 98, la Administración del Estado reserva 4 canales más para RTVE en el multiplex con capacidad de desconexiones autonómicas.
La situación al final del periodo de transición a partir del 3 de abril de 2010, quedaría, en los canales que asignará el Estado evitando perjuicios a los usuarios, del siguiente modo: sin capacidad de desconexiones autonómicas, La Sexta tendría 4 canales, al igual que VEO TV, NET TV, Tele 5, Sogecable, Antena 3 y RTVE; con capacidad de desconexiones, RTVE contará con otros 4 canales más.
Las atribuciones para los operadores privados durante el periodo de transición son: Antena 3, Sogecable y Tele 5, un programa digital para simulcast y dos programas adicionales para el impulso de la TDT; NET TV y VEO TV un programa digital más otro adicional para el impulso de la TDT; y para La Sexta un programa para simulcast y otro adicional.
Un total de 2.000 centros de emisión asegurarán una cobertura del 98% de TDT en el territorio nacional en el momento del apagón. Las fases para el apagón analógico se aprobaron por parte del Consejo de Ministros en su reunión del 7 de septiembre de 2007. En el texto del Plan Nacional de Transición a la TDT se destaca que un tercio de los habitantes, un 32,4%, podrá ver sólo la televisión digital terrestre a finales de 2009, ya que en esas zonas se habrá producido el apagón.
Para llevar a cabo el cese de las emisiones analógicas en 2010 de una forma “razonable” el Gobierno ha establecido 73 áreas técnicas que suponen noventa proyectos de transición, cada uno de ellos con una fecha para el apagón. El calendario para cada proyecto técnico se ha realizado determinando tres grupos generales en función del número de habitantes de las respectivas áreas técnicas, con lo que serán las grandes ciudades españolas las encargadas de estrenar la TDT. La primera fase será, en general, para aquellos Proyectos de Transición (hasta el 30 de junio de 2009) cuya población no exceda de 500.000 habitantes. La segunda fase, con fecha tope el 31 de diciembre de 2009, para proyectos con población intermedia (entre 500.000 y 700.000 habitantes), y la tercera fase, que finaliza el 3 de abril de 2010, es la más importante y afectará al 67,6% de la población que vive en las zonas más pobladas.
La televisión digital, en todas sus versiones, ha venido para quedarse porque, en breve, no habrá otra forma de ver televisión en abierto y gratuita, ya sea generalista o temática, nacional, autonómica o local, pública o privada. Pero, para que la Televisión Digital Terrestre sea una auténtica realidad de aquí al 2010 son necesarias dos premisas indudables: de un lado, la generalización del parque de decodificadores en los hogares (hoy en día insuficientes incluso para la recepción de la señal de televisión digital local cuya fecha de convergencia tecnológica es anterior a 2010), y de otro lado, un esfuerzo por parte de las cadenas para incluir novedades en la programación televisiva que incluyan servicios interactivos.
La coincidencia general de los expertos, programadores, técnicos, difusores y operadores es que serán los contenidos los que marcarán la diferencia entre las distintas cadenas en el futuro. Los más de 40 canales de televisión digital que emitirán su señal a partir de abril de 2010 necesitan una producción de contenidos diversificada, especializada y diferente para competir por una cuota de pantalla que irá descendiendo progresivamente al ritmo de aparición de los nuevos canales públicos y privados. La oferta multicanal en abierto que se implantará a partir del apagón analógico modificará sustancialmente el actual mercado televisivo afectando al reparto publicitario, y por tanto a la financiación de las cadenas, a las audiencias y a los contenidos programáticos. Además de cambios indudables en los formatos se producirá un proceso de desconcentración para poder competir por el liderazgo de las grandes audiencias en un escenario en el que la competencia irá “in crescendo”.
Según todas las previsiones, las grandes cadenas tratarán de retener a un nivel alto de audiencia mediante este tipo de contenidos, mientras que producirán otros más específicos como deportes, documentales, series, programas infantiles, etc., para completar una oferta temática dirigida a grupos determinados de población: mujeres, niños, mayores, etc. Los grupos de comunicación importantes competirán así en el mercado nacional por las grandes audiencias con contenidos generalistas para obtener el liderazgo, y al mismo tiempo emitirán una oferta temática dirigida a audiencias de target, donde lo importante será competir sin más aspiraciones que mantenerse en un 1% ó en un 2%.
El público que más está dejando de ver la televisión es un segmento joven que oscila entre los 14 y los 25 años. Este fenómeno ya ha sido advertido en los Estados Unidos y recientemente en otros países europeos como el Reino Unido. En todos los casos, de ser uno de los segmentos de población que más han visto la pequeña pantalla en décadas anteriores (han supuesto hasta un 20% en 1995, por ejemplo), los jóvenes han pasado a ser los que menos, por debajo incluso del público infantil (un 6% aproximadamente en los países del entorno y EEUU). Las razones son obvias; su elección, Internet. Las preferencias de los más jóvenes se centran hoy en contenidos bajo demanda, en vídeos en la Red, descargas de música en el Mp3, chats en el PC y todo lo que “quepa” en un teléfono móvil: series de televisión, juegos, correo,…
La televisión también se hace móvil y se ve por Internet. Es la Red en los medios y los medios en la Red convirtiendo la comunicación en un proceso activo, interactivo, más acorde con las demandas actuales. Los jóvenes interpretan hoy su tiempo de ocio en términos de videojuegos, mensajería instantánea, intercambio de archivos de todo tipo e Internet. La información ocupa un lugar secundario frente al entretenimiento y el juego. Sólo las ventas de la consola interactiva Wii desde abril a septiembre de 2007 han proporcionado 13.000 millones de euros a Nintendo, lo que ofrece una idea cercana a qué es lo que más gusta al sector joven para pasar su tiempo de ocio. Entretenimiento y juego serán, por tanto, las puntas de lanza de la futura producción audiovisual en todos los medios de comunicación, en especial, de la televisión digital que posibilitará el feed back desde el sofá de casa utilizando como canal de retorno, entre otros, el terminal telefónico.
Las nuevas generaciones de espectadores son usuarios y clientes de los medios. Demandan contenidos y pagan por ellos, bien a través de la tarifa telefónica, bien por producto. Se decantan por contenidos “express” y a la carta que nos les impida la realización de otras tareas en paralelo o a la vez y que les deje no sólo elegir, sino también intervenir. Para ello, además de la tecnología, es evidente que las productoras tendrán que dotarse de equipos con talento para reinventar de algún modo los géneros de entretenimiento, sin olvidar el contexto de oportunidad…
En el momento actual en el que series de humor, compuestas por sketches cortos y atemporales, triunfan entre la audiencia de todas las edades, los productores tienen muy en cuenta el momento del zapeo que antecede a la oferta del prime time; es lo que Eduardo García Matilla, presidente de Corporación Multimedia, denomina “ingeniería de programación”: mientras la competencia emite el bloque de deportes, el tiempo o publicidad, se lanza un producto de entretenimiento único en la parrilla en ese momento. Estos contenidos breves, ágiles y sin continuidad como el formato de las series, se asemejan cada vez más al comic, y mezclan ternura, ironía, sarcasmo y situaciones cotidianas con las que es fácil identificarse desde el otro lado de la pantalla. “Se dramatiza demasiado sobre la influencia de la televisión en los valores y la moral pública… (estos programas) no dejan huella… el ciudadano ve la vida a través de la vida, no de lo que le llega desde la pantalla del televisor” (T. Baragaño). La búsqueda de la audiencia futura empieza en los colegios: más del 30% de los cinco millones y medio de espectadores que siguen todos los días el espacio Escenas de matrimonio tienen entre 4 y 12 años…
Y cuándo concluya el apagón, ¿qué?
A la ya reconocida calidad de imagen y sonido de la nueva señal televisiva le van a acompañar otra serie de más que probables realidades: la dispersión de las audiencias, la concentración de grupos multimedia, cambios importantes en la publicidad, nuevas formas de hacer periodismo y el desconcertante canon digital.
El espectador de hoy ya prefiere una oferta de muchos canales a través de una plataforma de distribución. Una de las consecuencias más importantes de la generalización de esta oferta, que viaja acompañada de la concentración de grupos de comunicación, operadores, distribuidores y generadores de contenidos, será que la audiencia puede acabar por no diferenciar el canal que está visualizando: apreciará su serie favorita pero no sabrá en qué canal lo ve. Esto significa que se puede perder la asociación del producto con la marca (canal de televisión) por lo que la competencia saltará al terreno de los contenidos diferenciadores en la programación y a la protección de la imagen corporativa.
La implantación de la televisión digital favorece el crecimiento del número de canales especialmente en los ámbitos local y autonómico. A la euforia inicial que despierta en el usuario el poder disponer de una oferta multiplicada exponencialmente hay que contraponer la obviedad del tiempo y el espacio: un espectador no puede ver varios programas a la vez ni ser fiel a una cadena para engordar su share; el impedimento no es tecnológico, es de atención y está afectada por el distraimiento. Ambas cuestiones pueden provocar que el usuario deteste cambiar continuamente de canal, que grabe convulsivamente programas que luego no verá y que en definitiva ver la televisión ya no resulte un ejercicio tan placentero y despreocupado como hasta ahora. Pero hay más.
Los especialistas encargados de la puesta en marcha de las nuevas formas de televisión son pesimistas ante un posible escenario de estabilidad empresarial. En opinión de algunos de ellos es probable que desaparezcan incluso algunos canales. Lo más esperado es el definitivo cambio en los contenidos. Los nuevos formatos, muchos de ellos sobre IP, han de ser multisoporte. La interactividad y la autoprogramación de la televisión (televisión a la carta) se están introduciendo de la mano de los Grabadores Personales de vídeo o PVR´s que ya han comenzado a instalarse en Europa. Las grandes productoras se han fijado en el modelo americano, donde la productora vende el producto a un canal de televisión pero deja abiertas otras vías de comercialización con otro canal de pago, otro autonómico, etc.
Y no hay que olvidar que el papel de las televisiones públicas aquí es fundamental. Tienen el compromiso de introducir aplicaciones interactivas gratuitas para que el ciudadano pueda acceder a la Administración; también tiene compromisos de ofrecer subtitulado, sonido dual, auto-descripción,…
El texto íntegro de La televisión que viene: una ventana muy entretenida, de Nereida López Vidales, está disponible en el libro Medios de comunicación, tecnología y entretenimiento: un futuro conectado (Ed. Laertes)
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