Mauro Herce recibe el Goya a la mejor fotografía por ‘Lo que arde’, rodada en fotoquímico
“Oliver no concibe filmar en algo que no sea en película y a mí me parece genial porque me encantan los colores, los contrastes, las imágenes y las texturas que da”, asegura el director de foto.
La relación de Mauro Herce con el director de la película Lo que arde, Oliver Laxe, se remonta a muchos años atrás cuando este último estudiaba cine y comunicación audiovisual en Barcelona y se encontraban en la biblioteca de la Universidad para mantener largas charlas sobre cine. Esta larga relación ha sido clave para que en este tercer trabajo de Laxe esté completamente afinado el entendimiento entre ambos.
Herce se muestra muy satisfecho de “la acogida que ha tenido esta producción, que ya venía con varios premios internacionales pero faltaba cierto reconocimiento aquí. El Gaudí de hace unas semanas y el Goya de hoy son el espaldarazo definitivo para esta película de la que nos sentimos muy orgullosos”.
La cámara que se utilizó para el rodaje de Lo que arde fue una ARRIVO de 16 mm. que, como explica Herce, “Oliver no concibe filmar en algo que no sea en película y a mí me parece genial porque me encantan los colores, los contrastes, las imágenes y las texturas que da”.
Sobre el proceso de revelado y laboratorio, el máximo responsable de la fotografía de Lo que arde explica que “aunque quedan pocos laboratorios, es un proceso precioso porque es volver a lo que se ha hecho a lo largo de la historia de la fotografía y del cine. No ves el resultado final hasta mucho después, y ese tiempo de espera hasta que llegan las imágenes es algo muy excitante y bonito. Además, casi siempre te sorprende para bien. Eso sí, durante muchos días estás preocupado por si has expuesto bien o por si todo lo que habías calculado estará resuelto. Evidentemente esto no pasa con el vídeo”.
Agrega Herce asegura que “a veces se cometen pequeños errores que no han llegado a ser graves, pero nos hemos encontrado con más de un susto. Es cierto que ya no hay mucha gente que trabaje de esta forma y se ha perdido un poco la práctica. En general, no he tenido mayores preocupaciones que en otros proyectos, aunque siempre me quitan todos ellos el sueño porque abruman un poco cuando uno se imagina posibles problemas que luego seguramente no aparezcan”.
Una de las complicaciones de esta película en cuanto a fotografía era el tema de las bajas luces y los contrastes. “El fuego de por sí es muy contrastado y es difícil de filmar porque las llamas son extremadamente brillantes y en cuanto te alejas medio metro del fuego, baja la intensidad. Además, en este caso solo teníamos las linternitas de los brigadistas. Encontramos un método de trabajo con tres diafragmas de referencia en función de la cantidad de luz que hubiese y en función del giro de la cámara se compensaba”.
Mauro Herce no solo se encarga de la dirección de fotografía, sino que tiene su propia filmografía como director. Dead Slow Ahead fue su primer largometraje con el que ganó el premio especial del jurado en Locarno Film Festival de 2015, entre muchos otros reconocimientos. Lonely Rivers es su segunda producción, recién estrenada en Locarno Film Festival 2019. Está preparando un nuevo largometraje, Matadero, que se rodará en Uruguay con gran parte del equipo de Lo que arde.
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