La Academia premia a ‘La trinchera infinita’ por convertir al sonido en protagonista
Iñaki Díez, Alazne Ameztoy, Xanti Salvador y Nacho Royo-Villanova consiguen el Goya por su exhaustivo trabajo recreando sonoramente una historia de un encierro que dura más de treinta años.
El Goya a la Mejor Dirección de sonido recayó en por La trincea infinita, una historia de un encierro que dura más de treinta años. La cinta ha sido premiada en el Festival de San Sebastián, donde obtuvo los galardones de mejor dirección y mejor guión, entre otros. Ha estado nominada asimismo en los Premios Feroz y los Premios Forqué.
Nacho Royo-Villanova, tras recoger el Goya de esta edición, se mostró “muy contento por el trabajo desarrollado en esta película en la que uno de los retos era captar con nitidez el sonido de unos diálogos que se producían a un volumen muy bajo. Se trataba de que no quedaran tapados por otros sonidos producidos por el movimiento”.
Los responsables del sonido de esta producción, Iñaki Díez, Alazne Ameztoy, Xanti Salvador y Nacho Royo-Villanova, Goya al mejor sonido agradecen que el guión “viniera muy pautado en cuanto al diseño sonoro, es un regalo de los directores, que ha facilitado luego llevar a cabo el proyecto. En el caso de las mezclas, se han desarrollado fuera de campo. Lo que hemos tratado de trasmitir es que eso que oyen los protagonistas sea lo que oye el espectador”.
El sonido en este trabajo es un protagonista más. Como explica Alazne Ameztoy, “el objetivo es que sirviera para dar autenticidad a la historia con detalles tan importantes como el acento de los protagonistas, que está circunscrito a una localización geográfica rural y a un tiempo muy concreto. Todo ello da verosimilitud a lo que se está narrando”.
El movimiento de objetos y el sonido que estos producen es clave en la narración y para generar suspense en el espectador, Explican los responsables del sonido que, si nos fijamos, hay secuencias en las que la mirada de Antonio de la Torre, se dirige a lo que va viendo, y vira de un lado a otro. Todo este movimiento va acompañado del desplazamiento del sonido.
La postproducción del sonido se ha llevado a cabo en San Sebastián, en la sala Irusoin y también, de forma paralela, en La Bocina. Finalmente se ha compactado todo el proyecto en Best Digital, en Madrid con Dolby Atmos.
La trinchera infinita compitió en la categoría de Goya al mejor sonido con la gran triunfadora de la noche, Dolor y gloria, así como con Mientras dure la guerra e con Quien a hierro mata del director Paco Plaza.
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