Buscando el modelo definitivo de tv en movilidad
Entendemos por televisión en movilidad el acceso desde dispotivos móviles a contenidos televisivos a través de ondas radioeléctricas, terrestres o satelitales. En este servicio, convergen tanto los operadores de telecomunicaciones como los broadcasters tradicionales cuyos intereses se entremezclan con la política dando como resultado un modelo de negocio difuso marcado por la inseguridad y con el apagón analógico a la vuelta de la esquina.
La televisión en movilidad se ha convertido en un galimatías al que pocos encuentran respuesta desde el punto de vista tecnológico, de difusión y de modelo de negocio. El estándar adoptado en la mayoría de países europeos es el DVB-H aprobado en 2004 por el Instituto Europeo de Normalización de las Telecomunicacione (ETSI) que hizo algunas apreciaciones a la norma presentada por el consorcio DVB en relación al tipo de compresión y al intercambio de datos mediante protocolo TCP/IP. El DVB-H presenta una alta capacidad para emitir entre 30-80 canales (128-384 Kbps), utilizando la banda de frecuencia de UHF (470-700 MHz). Una de sus ventajas es que al igual que los sistemas celulares 2G y 3G permite la recepción móvil tanto en interior como exterior, con un bajo consumo en el terminal.
Frente a la propuesta del DVB existen otras alternativas como el sistema MediaFLO impulsado desde la norteamericana Qualcomm, el estándar coreano DMB-T y una versión del Digital Audio Broadcasting (DAB) que tras el fracaso del sistema en radio estudió su implantación en la tv móvil.
Desde el punto de vista de la difusión, existen dos posibilidades: una emisión unicast punto a punto (limitada al ancho de banda existente en la red y el tráfico de datos disponible entre la estación base y los usuarios) y una modalidad del tipo broadcast tradicional en la que desde una misma estación emisora se envía simultáneamente señal a todos los receptores al mismo tiempo. Mientras que el primer modelo sería más propio de las operadores de telecomunicaciones, principalmente telefonía, el segundo estaría más relacionado con un concepto tradicional del broadcast. Y es precisamente aquí donde chocan dos modelos tecnológicos y de negocio: las teleco frente a los broadcasters tradicionales.
La Unión Europea pese a los requerimientos innumerables por parte de la industria para que se pronuncie sobre la peliaguda cuestión del dividendo digital resultante de los diferentes procesos de apagado analógico que se están llevando a cabo, no termina de aclarar a quién correspondería el derecho de uso de las frecuencias. Radiodifusores, operadores de telefonía y plataformas independientes de servicios móviles se disputan la gestión de este espectro. La propia Comisión Europea ha estimado que el negocio de la televisión móvil podría llegar a mover unos 8.000 millones de euros al año en el conjunto de los 27 países de la Unión. Sin embargo, la Comisión, en una posición incoherente, asegura respaldar este negocio al mismo tiempo que anuncia una subida de impuestos para los móviles que gravarán, entre otras, la capacidad para recibir señales de televisión en el terminal por medio del sistema DVB-H. La aplicación de este nuevo arancel supondría un gravamen del 14% al precio final de estos teléfonos, encareciendo su precio y reduciendo su demanda.
En los últimos meses, el Gobierno español ha vuelto a retomar, unido curiosamente a la desaparición de publicidad en TVE y al planteamiento de que las teleco sufraguen también esta operación con el 0,9% de sus ingresos, la cuestión de la tv móvil. La intención del Gobierno, según ha confirmado la Secretaria de Estado de Telecomunicaciones del Ministerio de Industria, sería planificar un múltiplex en el que incluir una veintena de canales de televisión para móvil. De confirmarse este extremo, los grandes cadenas volverían a estar más cerca de poder explotar el servicio móvil, con respaldo absoluto como es lógico de Abertis, que encontraría importante fuente de ingresos como operadores de red dominante.
El propio Real Decreto 944/2005, de 29 de julio, por el que se aprobó el Plan Técnico Nacional de TDT en su apartado 7 modificado un año más tarde por el Real decreto 920/2006 afirmaba que “en la medida que las posibilidades del espectro radioeléctrico lo permitan, se planificará un múltiple digital para la prestación del servicio de televisión digital terrestre en movilidad”. Es precisamente aquí donde las grandes cadenas se agarran para reclamar al ejecutivo el uso tras el apagón de un espectro que consideran que les corresponde.
De momento, y a la espera de la tan esperada Ley General del Audiovisual, el Gobierno ya ha anunciado que destinará una parte de las frecuencias que va a dejar libre la televisión analógica tras su apagón al sector de las telecomunicaciones móviles, aunque desde el Ejecutivo se ha hecho saber que estas frecuencias, que irían desde los 790 a los 862 MHz ,sólo estarían disponibles a partir de enero de 2015. Este espectro iría destinado a la puesta en marcha de redes 4G o LTE que soportarían velocidades de transmisión de hasta 100 Mbps, o incluso, a otros usos ya que el Ejecutivo no ha precisado el destino de las mismas ni su proceso de licitación y, ni mucho menos, cómo las operadores compartirían ese múltiplex.
Modelos de negocio en plena crisis
La crisis también está afectando al despegue de la tv en movilidad, ya que las teleco están recortando inversiones para mantener sus márgenes. Por su lado, las cadenas de televisión quieren que la tv móvil sea un brazo más de su actividad, pero dormidos en los laureles han visto como las teleco han ido ganando posiciones, en muchos casos con la connivencia del poder político.
Los broadcasters proponen un modelo basado en la financiación por publicidad. Sin embargo, las operadoras, que son las que financian la inmensa mayoría de los terminales que usan los clientes, optarían por un sistema basado en la televisión de pago, con suscripciones o el pago por eventos. Es decir, un sistema de pago similar al que ya están empleando para los servicios de televisión que proporcionan ahora por medio de sus redes 3G, y que está cosechando un éxito sólo relativo.
Las tres grandes operadoras españolas, que incluso habían llegado a un acuerdo para presentarse conjuntamente a un hipotético concurso, finalmente parecen que se han enfriado debido a la crisis, por un lado, y por otro porque la mejora en la compresión y codificación de datos propiciaría aumentar los servicios de televisión en streaming con la ventaja de contar con un control absoluto con total independencia de los broadcasters tradicionales. Las operadores trabajan en la actualidad a la hora de desarrollar sus planes de negocio con tres escenarios: unicast (redes 3G/HSPDA) con servicios de VoD y contenidos nicho, multicast (MBMS) con canales de audiencia media y eventos locales, y broadcast (DVB-H) con la difusión de canales masivos en directa competencia con los broadcasters tradicionales.
El la mayoría de países europeos están coexistiendo estos tres modelos de tv móvil con ofertas de pago (por paquetes de programación), vídeo bajo demanda (sobre todo en redes 3G) y otros apoyados en contenidos en abierto con publicidad. Por lo tanto, todo hace indicar que caminamos no hacia un modelo puramente unicast como hasta ahora sino a un modelo mixto unicast+broadcast, con difusión de programación en directo de televisión en su concepto tradicional (DVB-H) y la implementación de servicios interactivos o bajo demanda de vídeo sobre MBMS.
En cuanto a las tipologías de redes, las redes punto a punto tienen la ventaja de que no necesitan crecer con el incremento de su uso. Para los contenidos de bajo uso simultáneo como el vídeo bajo demanda, ésta tipología sería la más interesante, sin embargo, para los de alta concurrencia, como la emisión en directo de eventos, las redes de difusión serían más eficaces.
En relación al espectro, los expertos parecen coincidir en que la banda de UHF entre 470-862 MHz sería la frecuencia idónea con capacidad para entre 15-20 servicios de televisión sobre un canal de 8 MHz. Sin embargo, en la mayoría de países europeos esas frecuencias sólo quedarían liberadas tras el apagón. Otra posibilidad que se ha barajado es el uso de la banda VHF (47-230 MHz) o en Banda L (1.400-1.500 MHz) con un despliegue de red mucho más caro que en UHF.
Son muchos los estudios que sobre televisión en movilidad de llevan a cabo continuamente. Curiosamente, estos estudios arrojan resultados muy distintos, curiosamente unidos a los intereses de quien los sufraga, sobre las necesidades del consumidor. Uno de los estudios más series llevados a cabo últimamente por Digital+ y Vodafone ha llegado a la conclusión de que el 55% de la audiencia en movilidad demanda una oferta de canales de televisión tradicional, frente al 27% que desea recibir canales especiales. Un 9% relaciona la tv móvil con la repetición de bloques de programación, mientras que un 8% asegura que su interés está relacionado con el vídeo bajo demanda.
El usuario consume contenidos televisivos en el móvil en su propia casa (algo que no deja de ser paradójico), en sus tiempo libre, en sus desplazamientos en transporte público y en los ratos de espera. Las horas puntas de consumo se producen entre las 14 y las 17 horas y las 22 y las 24, dedicando en cada sesión no más de 5 a 10 minutos.
En lo que sí parecen coincidir todos los estudios es en que la interactividad se perfila también como un atractivo a tener muy en cuenta ya que contar con un canal de retorno IP supone una gran ventaja para infinidad de posibilidades que van desde la participación en concursos, chats, solicitud de contenido bajo demanda… También hay cierta unanimidad en el precio que el consumidor estaría dispuesto a apagar y que rondaría los diez euros, decantándose por una tarifa plana mensual en lugar del pago por acceso o una tarifa diaria.
La fuerte irrupción del mundo Internet/IP, la cultura blogger y youtube podrían apuntar hacia dónde se movería el consumo de contenidos. Todo parece indicar que caminamos hacia dispositivos móviles, interactivos, con alta capacidad de almacenamiento y posibilidad de recibir señales en unicast y multicast. El cuanto a contenidos, parece que ha quedado claro que no basta con empaquetar y ofrece lo ya existente, hay que crear valor para un usuario que está acostumbrando a consumir contenidos donde, cuándo y como quiere.
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