Inmediatez, accesibilidad y adaptación: una apuesta segura
Enrique de Álzaga, director de VORáCINE, reflexiona en esta Tribuna sobre cómo el desarrollo de las TIC, unido a la evolución de las líneas de alta velocidad en Internet, la “era digital” y las diferentes formas de consumo audiovisual partiendo de un nuevo concepto transmedia, ha tenido repercusión en todos los elementos de la cadena productiva del entorno audiovisual.
La industria audiovisual ha experimentado el cambio más determinante de su historia en los últimos 15 años. La evolución de las técnicas de grabación, producción y emisión han obligado a los profesionales del ámbito audiovisual a pensar de manera amplia, diáfana. La competencia ha aumentado de manera exponencial, el terreno de juego se ha liberalizado, y las caras de los rivales han variado, han rejuvenecido. La tecnología amplía las posibilidades de acceder a este terreno y entrega los elementos necesarios para que todo aquel que quiera, forme parte de él.
El desarrollo de las TIC, unido a la evolución de las líneas de alta velocidad en Internet, la “era digital” y las diferentes formas de consumo audiovisual, ha tenido repercusión en todos los elementos de la cadena productiva del entorno audiovisual. En primer lugar, se abarataron los medios de producción, lo que provocó una mayor oferta, un exceso de mano de obra que, durante una época, el mercado laboral pudo absorber pero que la crisis económica terminó por dinamitar.
Esta liberalización de los medios de producción aumentó la competitividad del sector, ya que permitió que aflorase el talento, hasta entonces oculto por falta de los recursos económicos necesarios, y favoreció su difusión en el entorno online.
En segundo lugar, la accesibilidad a los contenidos desde las diversas plataformas ha socializado la elaboración de productos audiovisuales. Es decir, los actores cambian, y con ellos su actuación ante la cámara. El objetivo ya no filma para emitir un vídeo en una pantalla estándar que emite con una calidad determinada. El objetivo ahora graba para conseguir transmitir un mensaje por numerosos canales, con las particularidades de cada uno. La adaptación y especialización de los profesionales a la nueva realidad mediática es fundamental.
Por último, el perfil del profesional que se sitúa tras la cámara también se ha modificado. Este punto viene motivado, principalmente, por la irrupción de los smartphones, que permiten la grabación de vídeos en alta calidad, incluso 4K, independientemente del lugar o las condiciones. Ya existen, incluso, terminales en el mercado que permiten la grabación de vídeos en Ultra HD bajo el agua.
La convergencia de todos estos factores desemboca en un reto para los profesionales de la industria audiovisual, que deben aportar un valor añadido que les permita diferenciarse. La experiencia y la creatividad se erigen, en este sentido, en las claves para superar el desafío que la tecnología supone para este sector.
La tendencia a la inmediatez, el consumidor manda
La experiencia, unida a la especialización, permite la elaboración de contenidos audiovisuales de mayor calidad y en un tiempo menor. Internet ha acortado el tiempo de vida útil de las producciones audiovisuales. Es decir, las producciones pueden mantenerse en la web por un tiempo indefinido; sin embargo, el consumo tiende a la inmediatez. Sirva como ejemplo la plataforma Netflix, que además genera producciones propias, como House of Cards.
La apuesta de Netflix para su serie estrella no fue la fragmentación, la emisión semanal de cada capítulo. Sus usuarios tienen acceso al contenido completo, y administran su visionado en función de sus gustos y necesidades. El espectador, el consumidor audiovisual, ya no es un elemento pasivo, un mero receptor, sino una parte activa del proceso.
Esta audiencia, además, se ha fragmentado, lo que ha provocado que nos dirijamos hacia productos fácilmente consumibles y digeribles, que se mantienen “en el aire” por un corto periodo de tiempo. Se tiende a la inmediatez, lo que influye en los protagonistas, desde el cliente o empresa contratante, hasta la productora audiovisual y el contenido a elaborar, todo ello con el objetivo definido de acceder a la audiencia que nos interesa.
Accesibilidad y adaptación, el producto transmedia
Las técnicas, por su parte, no han experimentado una modificación tan drástica, lo que ha variado enormemente son los tiempos de ejecución, que se reducen día tras día gracias a los avances tecnológicos.
Ya no se puede pensar un producto para cine o televisión. Ahora se valora la capacidad de que sea transmedia, que el contenido pueda emitirse en todos los canales, lo que ha obligado a extremar el cuidado de las producciones para que sean accesibles a las plataformas.
Esto provoca que debamos replantearnos el formato en el que se filman las imágenes, el tamaño al que se va a emitir, la calidad del sonido, o el tamaño de los rótulos, entre otros aspectos. El objetivo es conducir el contenido hacia otros canales que supongan un valor añadido para el espectador.
El consumidor activo puede acceder al making of, a contenidos exclusivos, a productos relacionados e, incluso, motivar la generación de nuevos productos. Las compañías producen nuevos contenidos, derivados de la demanda de los espectadores, que se desprenden del mensaje principal, como los spin-off de series o documentales que explican cómo se llegó a gestar el proyecto.
La batalla por el mando a distancia, presente desde los 80, se ha enfriado por la falta de interés de una parte de la población, nativa del mundo digital. Este proceso conduce a una lucha por la presencia y el dominio de la “segunda pantalla”. Según un estudio de Deloitte en Estados Unidos, los nativos digitales, menores de 25 años, consumen más contenidos televisivos a través del ordenador, tablets y smartphones que frente al televisor en sí (56% frente a 44% del tiempo total invertido). Además, el 86% del total de encuestados se considera “público multitarea”, es decir, consume televisión mientras utiliza otra pantalla con un fin diferente, como navegar por la web, interactuar en redes sociales o revisar el correo electrónico.
La presencia de las marcas en el entorno online y en las redes sociales es, pues, indispensable. Ello conlleva cambios en las producciones audiovisuales. La inmediatez, a la que hemos hecho referencia anteriormente, y la actividad de las redes sociales motivan la elaboración de contenidos que puedan ser viralizados. El consumidor está dispuesto a prestarte una atención delimitada, lo que debe traducirse en la generación productos ágiles, breves, de fácil consumo. Es fundamental, asimismo, que estos productos se compartan en el entorno online, para que el volumen de impactos contrarreste la transitoriedad del mensaje y no quede en el olvido.
En definitiva, la constante evolución de la tecnología ha supuesto, para las empresas del sector audiovisual, una oportunidad, pero también una exigencia de adaptación, de especialización. Ha obligado a adoptar un pensamiento tridimensional, un nuevo enfoque que ha actualizado la forma de concebir y producir el contenido audiovisual. Esta industria se enfrenta a un reto clave para su futuro, pero disponemos de las herramientas necesarias para continuar mejorando.
Enrique de Álzaga
Director de VORáCINE
¿Te gustó este artículo?
Suscríbete a nuestro RSS feed y no te perderás nada.