Televisión inteligente conectada, ¿invento del siglo o fiasco del año?
La televisión está cambiando. Ya nada tiene que ver con la época del blanco y negro y dos canales con la que muchos hemos crecido. Llegó el color, el teletexto y después los canales privados, las televisiones autonómicas, las locales, la TDT… Todo había cambiado para que todo siguiese igual: la caja ahora plana, seguía siendo “tonta”.
En los últimos meses se ha empezado a hablar de las televisiones inteligentes, las Net TV o Smart TV, pero lo cierto que esto no es algo tan nuevo y quizás tampoco tan revolucionario como quieren vender sus fabricantes.
Una Smart TV es un televisor no sólo capaz de reproducir contenidos procedentes de la TDT o de dispositivos móviles en formato digital, sino que gracias a su conexión a Internet, proporciona el acceso a cada vez más contenidos online.
Quizás ahora más que nunca se habla de estos televisores, fruto del hype creado tras la biografía oficial de Steve Jobs, en la que se revelaba que Apple estaba desarrollando una televisión, y como todo lo que hace Apple, se trataría de algo que revolucionaría su concepto.
Pero la realizad es que son muchos los que están trabajando en el modo de convertir la televisión en inteligente. Hace unos años Google creó Android, su sistema operativo más o menos libre, que primero implementó en dispositivos móviles y que poco después integró en televisiones de la marca Sony y adaptadores de Logitech. Un universo de aplicaciones y servicios de vídeo y música online de pago como Pandora, Hulu y Netflix llegaban a la televisión, sin duda una gran noticia, un gran invento ¿o no?
El caso es que desde su lanzamiento a finales de 2010 apenas ha tenido éxito y repercusión fuera del mercado norteamericano. Sus precios superiores, el hecho que estos contenidos interactivos, limitados de por sí, no estén disponibles fuera del mercado americano, la cierta incomodidad en su uso y la fuerte irrupción de las tablets, han empujado a Google, poco después de un año, al abandono de su sistema televisivo.
Pero Google no es el único que trata de dar inteligencia a las nuevas televisiones, LG y Samsung tratan de hacer lo suyo con sistemas propietarios pero que en esencia hacen lo mismo; conectar nuestro televisor a Internet, dotarlo de aplicaciones online y servicios multimedia a la carta y de pago.
Las estadísticas apuntan a una creciente demanda de estos dispositivos pero sería interesante ver el uso que de esos servicios se hace. El panorama apunta a no sólo un gran fraccionamiento en el concepto y creación de aplicaciones para estos sistemas, debilitando a cada una de las plataformas, sino también un desgaste en el usuario europeo o asiático que no contaría con muchas aplicaciones para su plataforma ni el acceso a servicios a la carta de primera línea. Las evidentes limitaciones de un sistema que acaba de nacer, acompañadas por los evidentes problemas en la experiencia de uso, son aspectos de los que se están aprovechando las tablets para convertirse en las reinas del sofá por encima de los televisores.
A pesar de que el futuro a corto plazo no hace presagiar un despunte en el uso de las Smart TV, lo cierto es que hay una vía alternativa con la que quizás potencie no sólo su implementación sino su uso: los reproductores multimedia. Es evidente que estos dispositivos están desbancando a los reproductores de DVD y BlueRay, primero con sus discos duros de alta capacidad y después con sus conexiones en red que permitían la reproducción de contenidos vía streaming, han evolucionado para convertirse en algo más que meros reproductores. Estas conexiones también han evolucionado hacia algo más que la reproducción remota; se han convertido en puente para el acceso a contenidos online mucho más variados y ricos. De esta forma, los reproductores multimedia constituyen plataformas de ocio online con las que el usuario puede elegir, comprar y reproducir los contenidos que demande, puede jugar, entretenerse, informarse, leer el correo electrónico o acceder a las redes sociales.
Fabricantes como Apple han sabido ver este negocio y con su Apple TV se adelantó a muchos con su Apple TV 2, un reproductor sin disco duro, que reproduce contenidos vía streaming desde iTunes, con aplicaciones online y acceso directo a la tienda de Apple para el alquiler de contenidos audiovisuales. Pero Apple no es el único y empresas de primera línea como Western Digital o Iomega están empezando a lanzar sus propios desarrollos. Otros fabricantes no tan conocidos están beneficiándose de las versiones abiertas del sistema operativo Android para lanzar sus Internet TV dando una segunda vida a la idea de Google.
La penetración de cualquier dispositivo tecnológico es relativamente lento, sólo hay que echar la vista atrás para preguntarse a uno mismo ¿cuanto tiempo pasó desde que conoció por primera vez la existencia de los ordenadores portátiles o los teléfonos móviles, los DVDs o los reproductores de MP3, hasta que se hizo con uno de estos aparatos? Años, unos cuantos años, sin duda, muchos más de los que llevan las Smart TV entre nosotros. Sin embargo, los críticos, las modas, las tendencias sólo esperan meses para determinar si son un éxito o no; el mercado tecnológico se ha vuelto despiadado en exceso y no da tiempo a que plataformas nuevas penetren en nuestras vidas.
Las televisiones inteligentes han llegado para quedarse, si el futuro está en crear estándares como en el caso de los smartphones, que propicien su desarrollo, o lo que necesita el consumidor es un cambio de mentalidad para asumir este nuevo modelo en el que prima la compra o alquiler de contenidos, el tiempo lo dirá.
Fernando Blanco
Fotógrafo y Profesor de Fotoperiodismo en la UVA y colaborador del Observatorio del Ocio y el Entretenimiento Digital (OCENDI)
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